miércoles, 13 de abril de 2016

Comparación de velocidades (avión, máquina de vapor y tren de la levitación)


Lo primero, y aunque parezca muy obvio, vamos a ver cuál es la operativa habitual de un avión: toma a los pasajeros en un aeropuerto, se dirige a una pista para tomar velocidad y despegar, toma altura y asciende a una altitud variable para la fase de crucero. Cuando se aproxima su destino, desciende, reduce velocidad y finalmente toma tierra en otro aeropuerto y deja a sus pasajeros en tierra. Como veremos, en cada una de estas fases del vuelo hay ciertas velocidades que deben ser respetadas de forma bastante precisa en cada tipo de avión.

Vamos a ver algunas de las velocidades más típicas por su orden más natural. Es importante notar que estas velocidades tienen valores diferentes dependiendo del tipo de avión. Lógicamente, la velocidad a la que se eleva una pequeña Cessna 152 (alrededor de 65 nudos, unos 110 Km/h) no es la misma que la necesaria para elevar un Boeing 747 (unos 130 nudos, 220 Km/h) y también depende de otros factores como el peso en el despegue, la temperatura o la altitud del aeropuerto.

tren a vapor

  

                                                          Tren de levitación magnética


La velocidad de adherencia es de 25 km. /h, lo que significa que a dicha velocidad el tren a plena carga y con esta máquina podrá subir la pendiente dominante. Esta velocidad es sensiblemente alta si la comparamos con la de algunas de las Diesel que han operado en el país, en el rango de su velocidad mínima continua a 9 km. /h para la GM 900 (USA), 10 para la TEM 2 (Rusia), siendo equivalente a la de las MLW (Canadá) y las TE 114 (Rusia).

El sueño japonés de la alta velocidad ha batido este martes otro récord de velocidad ferroviaria. El tren japonés de levitación magnética ha alcanzado en su última prueba los 603 kilómetros por hora, durante casi 11 segundos. El Maglev (magnetic levitation), que la operadora Central Japan Railway planea tener operativo en 2027, supera así su propia meta de 590 kilómetros por hora alcanzada hace cuatro días y se coloca ya por encima de los prometidos 600.


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¿Cómo se consigue que un tren corra a esa velocidad? Haciéndole volar, literalmente. El SC Maglev L0, que así se llama el Maglev japonés, levita a 10 centímetros sobre su base. Tren y ferrocarril no son ya sinónimos: ahora se prescinde de las vías; el rozamiento con ellas haría imposible alcanzar esas velocidades. En su lugar, el tren se desplaza dentro de una guía-viga de hormigón con forma de u. Lo encauzan, lo propulsan y lo sostienen en el aire unos potentes electro imanes: “La tecnología está basada en el simple principio de atracción y repulsión magnética: los dos polos de un imán se atraen si son de distinto signo y se repelen si son del mismo. En el fondo, el funcionamiento de cualquier motor eléctrico está basado en el mismo principio, pero aquí se aplica de otra forma”, explica Iñaki Barrón, director de Alta Velocidad de la Unión.



A mayor electricidad, mayor campo magnético se crea. El Maglev necesita uno 100.000 veces más potente que el de la Tierra. Para sacarle el máximo a la costosa y abundante energía que precisa, en el ‘Maglev’ se utilizan materiales superconductores, que transmiten mejor la electricidad cuando su temperatura desciende a 269ºC bajo cero

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